EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos: Es algo de todos conocido que los hombres somos solidarios, tanto en el bien como en el mal. No hay nada en nuestra vida que no tenga una referencia a los demás. Nuestro pecado personal repercute en el pecado colectivo, y éste, muchas veces, condiciona y ayuda nuestros actos personales de pecado. De un modo u otro, con mayor o menor responsabilidad, todos estamos implicados en el pecado, todos somos pecadores.
Y nuestro mayor pecado es el pecado contra el prójimo, contra la justicia y la caridad, porque es el pecado contra el Dios que vive en cada uno de nuestros hermanos.
Al reconocernos pecadores no es para encerrarnos en nuestro pecado, sino para luchar contra el mal y la injusticia que hay en nosotros, y convertirnos así en constructores y protagonistas de un mundo renovado.
Por eso, celebrar la penitencia no es quedarnos en el pasado, sino poner las bases firmes en nuestro presente para construir un nuevo futuro, por medio de la conversión de corazón.
Pero, ¿a quién y a qué debemos convertirnos?... Tenemos que convertirnos a Dios y al prójimo... a la justicia que Dios quiere para los hermanos: al amor, a la verdad, al bien...
Queremos, pues, hoy, revisar nuestra vida, renovar nuestra justicia y pedir perdón, celebrando así la misericordia de Dios.
ORACION INICIAL DE BUENA DISPOSICION
Señor, que eres justo y clemente con todos los que te invocan. Tú conoces nuestros pecados y nuestras injusticias; Tú sabes también la disposición que tenemos para cambiar, pues conoces nuestros buenos deseos. Escucha nuestra oración y danos la gracia de volver a Tí, por medio de una conversión y reconciliación sinceras. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que siendo Dios vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. AMEN.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Siempre, al rezar el "YO CONFIESO" pedimos perdón "PORQUE HE PECADO MUCHO DE PENSAMIENTO, PALABRA, OBRA Y OMISION", pero quizá nunca nos detenemos un poco a pensar en lo que estamos diciendo, por lo que ahora, de manera sencilla pero profunda y sincera, como respuesta a la Palabra de Dios, podemos hacer un buen examen de conciencia, antes de celebrar el sacramento de la reconciliación.
HE PECADO MUCHO DE PENSAMIENTO
Nuestra mente siempre está trabajando, pero depende de nosotros si tenemos pensamientos creativos u ociosos... ¿Cuántas veces pensamos mal de los demás y estamos nada más vigilándolos para confirmar nuestras imaginaciones...? ¿Cuántas veces pensamos una cosa pero decimos otra...? ¿Cuántas veces, con el pensamiento, ofendemos a Dios y al prójimo, aunque externamente no aparentemos nada...? ¿Cuántas veces le damos vueltas y vueltas a los pensamientos o ideas morbosas... o también a los malos deseos y las malas inclinaciones que van en contra del pudor, de la integridad o de la pureza de nosotros mismos o de las personas que nos rodean...? ¿Cuántas veces juzgamos mal a aquel prójimo enfermo o indigente, o que nos pide una limosna, pensando nosotros que mejor debería ponerse a trabajar y a hacer algo bueno con su vida... y esto nos sirve de excusa para no ayudarlo...? ¿Cuántas veces perdemos el tiempo por estar pensando en tantas cosas que no nos llevan a nada bueno, sino que por el contrario, nos hacen ociosos y nos incitan al mal, a caer en la tentación y pecar...? Por eso, pensemos en silencio para sentir verdadero arrepentimiento y decir con todo el corazón:
" PERDONAME, DIOS BUENO Y MISERICORDIOSO, PORQUE HE PECADO MUCHO DE PENSAMIENTO".
(Silencio de reflexión...).
HE PECADO MUCHO DE PALABRA
Pensemos en las malas palabras, dichas, sobre todo, con coraje y odio, con el fin de insultar o herir a los demás... Pensemos en las críticas, los chismes y el juicio destructivo que hacemos de nuestro prójimo... Pensemos en las veces que nos rebelamos contra Dios y hablamos mal de El, o incluso llegamos a blasfemar...
Pensemos en tantas conversaciones inútiles y, hasta pecaminosas... en los chistes groseros y, hasta profanos... en los gritos de coraje y en las maldiciones que echamos para desahogarnos... Pensemos en las mentiras y en las excusas que inventamos para salir de un apuro... En fin, pensemos en silencio en todo lo que pecamos a través de nuestras palabras, para sentir verdadero arrepentimiento y decir con todo el corazón:
"PERDONAME, DIOS BUENO Y MISERICORDIOSO, PORQUE HE PECADO MUCHO DE PALABRA".
(Silencio de reflexión...).
HE PECADO MUCHO DE OBRA
Todas nuestras obras que van contra del amor a Dios y del amor y la justicia al prójimo son los pecados que tenemos que reconocer, para arrepentirnos, sentir dolor por ellos, confesarlos y hacer el propósito de enmienda, procurando firmemente no volver a cometerlos... Las envidias y los egoísmos... el rencor y la venganza... los pleitos y los problemas en la familia o en el trabajo o en la escuela... los robos, los fraudes, las trampas... Las borracheras y el mal uso del alcohol o de alguna droga o medicina... Los pensamientos o tentaciones que convertimos en acciones malas... El no cumplir con nuestras obligaciones como esposos, padres, hijos o hermanos... el no querer trabajar o hacerlo a medias... el no querer estudiar o desaprovechar el tiempo usándolo en otras cosas... El no cumplir con nuestras obligaciones como ciudadanos, no ejerciendo nuestro derechos ni buscando verdaderamente el bien común...
El no cumplir nuestras obligaciones como cristianos, pues fácilmente decimos que no tenemos tiempo para Dios, por lo que no hacemos oración, no leemos ni reflexionamos la Palabra de Dios, no participamos en la Eucaristía ( o sea que ni vamos a Misa o llegamos siempre tarde... y luego ni siquiera ponemos atención...) ni tampoco participamos en los demás sacramentos... o dejamos a Dios siempre para el final y a las carreras...
... En fin, todas nuestras obras contra la justicia, contra la caridad, contra la pureza (en una sexualidad mal entendida, sin respeto a nosotros mismos ni a los demás: masturbación, fornicación, infidelidad en el matrimonio o abusos sexuales en el noviazgo... prostitución del amor...) ... Tantas y tantas cosas que hacemos para ofender a Dios y a nuestros hermanos... Por eso, entremos en nuestra conciencia, revisemos nuestras actitudes y nuestros hechos, para arrepentirnos y decir con todo el corazón:
"PERDONAME, DIOS BUENO Y MISERICORDIOSO, PORQUE HE PECADO MUCHO DE OBRA".
(Silencio de reflexión...).
HE PECADO MUCHO DE OMISION
"Yo no mato, ni robo, ni le hago mal a nadie...". Frase típica para justificar el no acercarnos al sacramento de la reconciliación... ¡Qué bueno!, les podemos decir: ¡Felicidades!... pero el cumplir los mandamientos también implica un sentido positivo de testimonio y ayuda, un compromiso para con los demás, por eso debemos también preguntarnos: "Y el bien que pude haber hecho... ¿por qué no lo hice"? ... Esa palabra de aliento que no dije... ese consejo que no dí por vergüenza o por miedo... Esa vez que mejor me callé y no defendí a alguien ante una situación de injusticia... Esas veces que no quise comprender a los demás, ni escucharlos, ni ayudarlos (entre esposos, hijos, hermanos, amigos...)... Esas buenas obras que dejé de hacer por flojera o por comodidad... Ese apostolado que no realicé... ese grupo de la Parroquia al que no entré... esa plática o retiro al que no fuí... Ese buen ejemplo que no dí... Todas esas veces que "pude" pero "no quise"... Todas esas veces que me quedé "a medias" o ni siquiera empecé... Piensa, pues, muy en serio, en todo el bien que has dejado de hacer, pues ese es el grave pecado de OMISION... Siente un verdadero arrepentimiento y dí con todo tu corazón:
"PERDONAME, DIOS BUENO Y MISERICORDIOSO, PORQUE HE PECADO MUCHO DE OMISION".
(Silencio de reflexión...).
REZA AHORA EL "YO CONFIESO" CON PLENA CONCIENCIA Y ASI ACERCATE A CELEBRAR EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN.